El enojo




Todos sabemos lo que es el enojo y todos lo hemos sentido, ya sea como algo fugaz o como furia total.

El enojo es una emoción humana totalmente normal y por lo general, saludable. No obstante, cuando perdemos el control de esta emoción y se vuelve destructiva, puede ocasionar muchos problemas en el trabajo, en las relaciones personales y en la calidad general de vida. Puede hacerlo sentir como si estuviera a merced de una emoción impredecible y poderosa.

¿Qué es el enojo?

El enojo es un estado emocional que varía en intensidad. Varía desde una irritación leve hasta una furia e ira intensa. Como otras emociones, está acompañada de cambios psicológicos y biológicos. Cuando usted se enoja, su frecuencia cardíaca y presión arterial se elevan y lo mismo sucede con su nivel de hormonas de energía, adrenalina y noradrenalina.

El enojo puede ser causado por sucesos externos o internos. Usted puede enojarse con una persona específica (como un compañero de trabajo o supervisor) o por algo ocurrido (embotellamiento de tránsito, un vuelo cancelado), o su enojo puede ser causado por estar preocupado o taciturno debido a sus problemas personales. Los recuerdos de hechos traumáticos o enfurecedores también pueden despertar sentimientos de enojo.

Cómo expresar el enojo

La forma natural e instintiva de expresar el enojo es responder de manera agresiva. El enojo es una respuesta natural que se adapta a las amenazas, e inspira sentimientos intensos, con frecuencia agresivos, y conductas que nos permiten luchar y defendernos cuando nos sentimos atacados. Por lo tanto, para sobrevivir es necesario un determinado grado de enojo.

Por otro lado, no podemos atacar físicamente a cada persona u objeto que nos irrita o molesta. Las leyes, las normas sociales y el sentido común imponen límites respecto de cuán lejos podemos permitir que nos lleve nuestro enojo.

Las personas utilizan una diversidad de procesos conscientes e inconscientes para lidiar con sus sentimientos de enojo. Las tres reacciones principales son expresar, reprimir y calmarse.

Expresar sus sentimientos de enojo con firmeza pero sin agresividad es la manera más sana de expresar el enojo. Para hacerlo, debe aprender cómo dejar en claro cuáles son sus necesidades y cómo realizarlas sin lastimar a otros. Ser firme no significa ser prepotente ni exigente; significa respetarse a sí mismo y a los demás.

Otra manera de abordar esta reacción consiste en reprimir el enojo y después convertirlo o redirigirlo. Esto sucede cuando usted contiene su enojo, deja de pensar en ello y en cambio se concentra en hacer algo positivo. El objetivo es inhibir o reprimir su enojo y convertirlo en una conducta mucho más constructiva. El peligro en este tipo de respuesta es que no le permite exteriorizar su enojo, pudiendo quedarse en su fuero interno. El enojo que queda en su fuero interno puede causar hipertensión, presión arterial elevada o depresión.

El enojo no expresado puede generar otros problemas. Puede conducir a expresiones de ira patológica como por ejemplo, conducta pasiva-agresiva (desquitarse con las personas indirectamente, sin decirles el motivo, en lugar de hacerlo de frente) o una actitud cínica y hostil duradera. Las personas que están constantemente menospreciando a los demás, criticando todo y haciendo comentarios cínicos, no han aprendido a expresar su enojo de manera constructiva. No es sorprendente entonces, encontrar que éstas no tienen la probabilidad de establecer relaciones exitosas.

Por último, puede calmarse interiormente. Esto significa no sólo controlar su conducta externa sino también controlar sus respuestas internas, siguiendo los pasos para reducir su ritmo cardíaco, calmarse y dejar que los sentimientos pasen.

Manejo de la ira

El objetivo del manejo de la ira es reducir sus sentimientos emocionales y el despertar fisiológico que provoca. Si usted no puede deshacerse de las cosas o personas que le provocan enojo, ni evitarlas, ni tampoco cambiarlas, usted puede aprender a controlar sus reacciones.
¿Está demasiado enojado?

Hay pruebas psicológicas que miden la intensidad de los sentimientos de enojo, cuán propenso a la ira es usted y cuán bien puede manejarla. Existen muchas posibilidades de que si tiene un problema con la ira, usted ya lo sepa. Si siente que actúa de manera que parece fuera de control y que es alarmante, tal vez necesite ayuda para encontrar mejores maneras para de lidiar con esta emoción.

¿Por qué se enojan algunas personas más que otras?

Algunas personas realmente se exaltan más que otras enojandose con mayor facilidad y más intensamente que el promedio. También, hay quienes no demuestran su ira gritando pero son crónicamente irritables y malhumorados. Las personas que se enojan con facilidad no siempre insultan y lanzan cosas; a veces se retraen socialmente, se amargan o se enferman.

Las personas que se enojan con facilidad, por lo general, tienen lo que los psicólogos denominan baja tolerancia a la frustración, que significa que éstas sienten que no deberían estar sujetos a la frustración, irritación o a los inconvenientes. No pueden tomar las cosas con calma y se enfurecen, sobre todo si la situación parece de alguna manera injusta, por ejemplo, cuando se las corrige por un error de poca importancia.

¿Qué hace que estas personas sean así? Hay varios factores. Un factor puede ser de origen genético o fisiológico. Existen pruebas de que algunos niños nacen irritables, sensibles y que se enojan con facilidad, y estos signos están presentes desde una edad muy temprana. Otro factor puede estar asociado a la manera como se les enseña a lidiar con el enojo. El enojo se considera a menudo como algo negativo; a muchos nos enseñan que está bien expresar la ansiedad, la depresión y otras emociones pero que no está bien expresar el enojo. Como resultado, no aprendemos cómo manejarlo o canalizarlo constructivamente.

Las investigaciones también hallaron que los antecedentes familiares desempeñan un papel importante. Generalmente, las personas que se enojan con facilidad vienen de familias problemáticas, caóticas y sin capacidad para la comunicación emocional.

¿Es bueno dar rienda suelta a la ira?

Los psicólogos dicen ahora que este es un mito peligroso. Algunas personas usan esta teoría como una licencia para lastimar a otros. Las investigaciones han mostrado que darle rienda suelta realmente aumenta la ira y la agresión y no lo ayuda en absoluto ni a usted (ni a la persona con la que usted está enojada) a resolver la situación.

Es mejor descubrir qué es lo que desencadena su ira y luego desarrollar estrategias para evitar que esos factores desencadenadores le hagan perder el control.


Infografía ¿Sabías que si te enojas envejeces más rápido?
Cómo controlar el enojo
¿Nunca desearon cerrar la boca en el momento preciso? ¿Han deseado acaso controlar sus impulsos? ¿Se han arrepentido de haber dicho o hecho algo por el calor del momento, cosas que pueden incluso enturbiar la relación con alguien querido por años?

El enojo es un sentimiento muy peligroso ya que nos conduce a hacer cosas sin pensar, a actuar por impulso y a medida de que las discusiones se van tornando más acaloradas, nos convertimos en monstruos despiadados e irreconocibles con tal de derrotar al otro a cualquier precio.

El enojo consta de tres componentes básicos. El primero es el pensamiento, algo que nos dice que nos quieren pasar por encima, que no nos están respetando, que no nos aprecian lo suficiente. Como reacción a este pensamiento inconciente hay una respuesta corporal donde tus músculos se ponen tensos, la presión arterial comienza a elevarse, tu cuerpo se está preparando para la última etapa: el ataque. Su principial objetivo es defenderte, no interesa si en realidad te atacaron o no, tú lo sientes así y en consecuencia responderás. Tu defensa podrá tomar una forma verbal o física, pero el fin es el mismo: lastimar a quien te hirió primero. El enojo clama venganza y justicia, pero justicia ante nuestros ojos, ante nuestra perspectiva que no siempre es la más acertada. Es un sentimiento “moral” que apunta no solamente a defenderse al ataque del momento, sino también busca prevenir ataques futuros mediante el daño a nuestro atacante.

Cuando nos dicen que aprendamos a suprimir nuestro enojo muchos pueden sentirse estafados, consideran que están haciendo algo incorrecto al dejar pasar ese momento, ¿cómo el otro puede tener razón?, ¿cómo lo vamos a dejar salirse con la suya sin que sufra las consecuencias?

La creencia popular e incluso algunos postulados de Psicología, nos dicen que suprimir el enojo puede derivar en depresión o incluso enfermedades físicas, aunque nuevos estudios comprueban que esto no es cierto, muy por el contrario, vivir enojado y peleando con los demás hace subir los niveles de stress y enfermedades cardíacas. Esto no quiere decir que no debamos decir lo que pensamos, debemos ser honestos, el problema es que cuando estamos enojados nuestra visión se nubla y toda la evidencia mágicamente se mostrará a nuestro favor, sólo nosotros podemos tener razón y esto no es necesariamente verdad en la mayoría de los casos, todo lo que los demás digan o hagan cuando nosotros estamos enojados se verá como una agresión deliberada por parte de los otros. No podremos ponernos en el lugar del otro porque estamos demasiado ocupados intentando defendernos.

El enojo es la emoción que inevitablemente nos empuja a la violencia a todo nivel, en lo social, en lo familiar, en lo individual. Es el culpable de dañar las relaciones, de desgastarlas, es un sentimiento rápido que no es meditado, es destructivo.

Cuando el disparador de nuestro enojo aparece, atacamos prácticamente de inmediato, por lo tanto tenemos que intentar calmarnos antes de hacer algo. Cuando el pensamiento de “estamos siendo atacados” aparece, debemos atenderlo de inmediato e intentar modificarlo. Respira hondo y concentrate en tu respiración, incluso cuenta tus respiros. Mientras haces esto piensa ¿es esto realmente un ataque? Intentate colocar en los zapatos de tu interlocutor, quizás esté teniendo un mal día, esto no tiene nada que ver contigo así que no lo sientas como una onfensa personal. Siéntete como si estuvieras realizando una delicada tarea, un desafío para poner a prueba tus habilidades para lidiar con personas o situaciones difíciles.

Este tiempo de reflexión te ayuda a concientizarte de tus sentimientos, vas a sentir tu cuerpo reaccionando, es hora de relajarte, de respirar pausadamente y no estalles en ira ya que quizás es exactamente lo que tu interlocutor está buscando, pero no le des el gusto.

Una vez que este tiempo de modificar tu pensamiento y hacerte conciente de tus sentimientos ha culminado, es hora de actuar. En vez de atacar sin más, podrías simplemente sonreír y dejar pasar la ofensa. Describe de manera objetiva, carente de todo matiz emocional, exactamente qué es lo que te está molestando del otro. Es importante que no exageres, que seas preciso, si estas enojado porque es la cuarta vez que tu novia llega tarde a una cita no digas “siempre llegas tarde” simplemente di “me molesta que hayas llegado cuatro veces tarde”. Debes expresar qué es lo que esto te hace sentir, no acuses a tu interlocutor, simplemente identifica qué es lo que estás sintiendo en ese momento. Sé específico en cuanto a lo que esperas que la otra persona haga, por ejemplo “me gustaría que ya no llegaras tarde a nuestras citas”. Y finalmente hazle saber al otro acerca de lo que sucederá si esa conducta molesta continúa, no confundamos esto con una amenaza, sino una manera concisa de hacerle ver al otro que sus actos tienen consecuencias “mi amor, sabes que te adoro, pero tengo poco tiempo para estar contigo y me gustaría que lo pudieramos aprovechar al máximo, si llegas tarde una próxima vez no volveré a invitarte a salir”. Lo importante de esto es que cumplas lo que dices, así podrás demostrarle al otro que trataste de ser comprensivo, pero también tienes sentimientos y derechos que deben ser respetados.

Las peleas siempre tienen que tener una conclusión, ser claras, decir exactamente lo que pensamos de manera inteligente. No podemos reaccionar rápidamente, ya que sin la ayuda del pensamiento nos convertimos en seres injustos, fríos y usualmente cometemos actos que sólo desencaderán en arrepentimiento después. Te invito a probar esta técnica y a enojarte menos.

Sugerencias prácticas


►  El mejor camino, y el más seguro, para controlar la ira es el de la autoconciencia.

Una vez que se den cuenta de quiénes son, nunca se irritarán. Nos ponemos airados debido a que nos identificamos con el cuerpo que llevamos encima. La causa de la ira es el sentimiento de diversidad. Una vez que se dan cuenta de que son el alma universal (el alma que está en ustedes, en mí, en cada uno de nosotros), la unidad, ¿cómo pueden enojarse?

Algunas veces la mano rasguña el brazo y la sangre comienza a salir. El brazo no toma represalias, porque sabe que tanto él como la mano pertenecen al mismo cuerpo. Una vez que nos demos cuenta de que todos los seres somos partes integrales del Todo, nunca más nos enfureceremos.

Si yo me contemplo en ustedes, ¿cómo podría enojarme si me hacen algún daño? La única solución a todos nuestros problemas es la autoconciencia.

La autoconciencia no puede llevarse a cabo de la noche a la mañana. Debemos llevar una vida de sadhana(disciplina espiritual). Para lograrla, es fundamental practicar el silencio. Deben mantener su compromiso diario con Dios. A diario, preferentemente a la misma hora y en el mismo lugar, siéntense en silencio y comiencen a cuestionarse una y otra vez: “¿Quién soy yo?”

En la actualidad, el hombre conoce mucho sobre el universo en el cual vive. Ha puesto en órbita espacial innumerables satélites. Hay cohetes que pasan volando por los planetas más distantes. Pero ¿cuánto conoce el hombre de sí mismo? Verdaderamente muy poco.

Sentados en silencio, háganse esta simple pregunta: “¿Quién soy yo?”

Gradualmente, desde las profundidades de su interior, vendrá una respuesta. Se darán cuenta de que no son este cuerpo que llevan consigo mismos. No son la mente. El cuerpo es sólo un instrumento, una prenda de vestir que están usando, y la mente es una herramienta que llevan para realizar sus trabajos en el plano físico.

Ustedes no son el cuerpo. Ustedes no son la mente. Ni tampoco son el intelecto. ¡Ustedes son Eso! ¡Tat twam asi! La autoconciencia y la ira no pueden vivir juntas (al igual que la luz y la oscuridad).

►  Alégrense por todo lo que llega a sus vidas.

¿Alguna vez se han preguntado cuál es la causa raíz de la ira?

Es la voluntad propia. Yo quiero que las cosas sucedan de modo particular; éstas suceden de uno diferente.

Me enfurezco.

Cuando nuestros deseos son contrariados, perdemos nuestra calma. En la raíz de toda la ira está la voluntad propia. Para la cena yo quería un plato en particular: Me encontré que se había preparado uno diferente, entonces pierdo la calma. Si sólo pudiera comprender que todo sucede de acuerdo con la Voluntad de Dios y

que esta última es el bien más preciado, no me enfurecería.

Aprendería a aceptar todo.

Esto se logra a través de la práctica del silencio diario.

Cada día, siéntense en silencio y explíquense a sí mismos que ni una hoja se mueve por sí sola, sino que es la Voluntad Divina que lo hace. Ésta siempre ocurre por nuestro propio bien, aunque parezca lo contrario.

A través de la práctica, lograrán un estado de calma y estabilidad en el que nada los perturbará ni los pondrá furiosos.

A comienzos del siglo XX había un científico que trabajaba en las presiones barométricas. A diario observaba el barómetro varias veces y notaba lecturas decrecientes.

Hizo su trabajo durante veinte largos años. Luego decidió realizar un estudio de todas esas lecturas y formular una teoría. Su ama de llaves le pidió unos días de descanso y entonces otra mujer la sustituyó. Por la noche, mientras que el científico salía a dar su caminata nocturna, anotó la lectura. A su regreso, tomó otra vez la lectura, pero no pudo anotarla, debido a que no encontraba sus papeles. Entonces le preguntó a la ama de llaves si ella los había tomado.

-Señor- respondió ella-, yo estaba limpiando su mesa, cuando vi esas hojas de papel todas sucias y manchadas.

Las quemé en el fuego y en su lugar coloqué algunas hojas nuevas.

La labor que el profesor había realizado durante veinte largos años se evaporó en un instante. Pero él no emitió ni una palabra de ira. Solamente dijo:

-¡Señor, que se haga Tu Voluntad!

Poco tiempo después, el profesor se enteró de que había un significado en todo el hecho anterior. Otro científico de un país distante había trabajado sobre el mismo problema y ya había publicado un libro. Si las hojas no hubiesen sido quemadas, él hubiera perdido un montón de tiempo compilando y arreglando las figuras para elaborar una teoría, que luego habría dado lugar a publicar un libro que no hubiese servido a ningún propósito, porque ya existía otro en el mercado.

El plan de Dios puede o no sernos revelado. Pero nunca

debemos olvidar que siempre hay algún beneficio oculto en todo lo que sucede. Por lo tanto, démosle la bienvenida a cada incidente y accidente de la vida

con palabras: “Lo acepto”. Entonces no nos será difícil controlar nuestra ira.


► Desarrollen la voluntad para controlar la ira. Dense cuenta de lo inútil que ésta es. Cuando nos enfadamos, no estamos dañando a la persona con quien estamos

furiosos, sino que en definitiva estamos dañándonos a nosotros mismos. El Gita dice: “El hombre es su propio amigo y su propio enemigo”. Cuando entro en un estado de ira, me convierto en mi propio enemigo. Puede que no esté hiriendo a la otra persona, pero a mí es seguro que sí. Estoy introduciendo veneno en mi corriente sanguínea.

Había un hombre al cual le agarraban frecuentemente ataques de ira. Cada vez que le hacían una broma, perdía la calma. Luego de un tiempo, se dieron cuenta

de que en él algo había cambiado. Se había tornado calmo y amable, nada lo sacaba de ese estado, nadie lo podía hacer enfurecer. La gente le preguntó la razón de ese tremendo cambio de actitud, y él respondió:

-Al levantarme cada mañana, me digo a mí mismo:

“Este nuevo día llega a mí desde las Manos puras del Señor. Tengo ante mí la lección: permanecer el día calmo y tranquilo, o perder la calma y dejar que me gobierne la ira”. Elegí no perder la calma nunca más. Entonces, a lo largo del día, me recuerdo constantemente que tomé esa decisión y debo cumplirla. Pase lo que pase, no debo perder mi calma, al menos por este día.

Puede que la gente no me trate adecuadamente o que las cosas sucedan como yo quiero, pero durante este día no perderé la calma. Podré enfurecerme mañana, pero hoy no.

►  Desarrollen voluntad para no perder la calma. Adopten el plan anterior. Mañana por la mañana, cuando se levanten, díganse a sí mismos: “La elección está ante mi; permanecer calmo ante los eventos del día o dejar que la ira me gobierne”. Elijan su opción. Una vez que se hayan decidido, deberán apegarse a ella.

►  Si desean controlar la ira, deben buscar ayuda en el Poder Supremo, a quien llamamos Dios. Hubo una época en la cual me agarraban continuamente ataques de ira. Mi temperamento explotaba por cualquier pequeñez. Hacía todo lo que podía para no perder la calma, pero ésta me duraba sólo dos o tres días. De repente la ira volvía a atacar y yo explotaba de furia ante hechos que no tenían significancia alguna.

Luego me arrepentía y me ponía a llorar. Esto continuó hasta que expuse mi problema ante mi maestro. Él me dijo: “¿Por qué no dejas de lado tu orgullosa convicción de que, sin ayuda de nadie, puedes anular tu karma? Ve ante Dios, busca su ayuda. Verás que lo imposible puede ser posible.”
¡Lo puse en práctica y funcionó! Intenten hacer esta prueba y verán que funcionará. Repitan continuamente esta plegaria con el corazón.

►  Eviten la ocasión. En el momento en que se encuentren en una situación que pueda causarles ira, tomen otro camino y aléjense.
A Julio César, dictador de Roma, le llevaron papeles en los cuales uno de sus enemigos lo había menospreciado.
Dijo: “Si leo esos papeles me enfureceré innecesariamente.
A ese hombre no le haré daño, sino que seguramente me haré daño a mí mismo de ese modo.”
Ordenó quemar los papeles. ¡Eso es evitar ocasiones!

►  Evitar la prisa. Es la madre de la ira; y el odio es el padre. Nunca hagan nada apresuradamente, eviten el trabajo excesivo, encaren sus trabajos tranquilamente, con amor y benevolencia. El trabajo en exceso, algunas veces conduce a la ira.

►  En cuanto sientan que la ira se aproxima, mantengan la boca cerrada y los labios sellados.
Una mujer había llegado ante un viejo sabio quejándose:
-En cuanto se produce una discusión, mi esposo me golpea.
Luego el viejo pidió una botella de agua y le dijo:
-La bendeciré y te la daré.
-¿En qué momento debo darle de beber esta agua a mi esposo?-preguntó la mujer.
-El agua no es para su esposo-exclamó el sabio. En cuanto vea que se ha iniciado una discusión, tome un sorbo de agua de esta botella y manténgala en su boca.
Haciendo esto, no dará lugar a que de su boca salgan palabras de discusión y, por ende, a su marido no le vendrán ganas de golpearla.
La mayoría de nuestros problemas se resolverían si sólo mantuviésemos nuestras bocas cerradas. Tratamos de explicar las cosas y, durante el proceso, las complicamos.
Mantengan la boca cerrada. De ese modo, intenten observa el silencio al menos dos horas por día. Una vez que adquieran el gusto por el silencio, no desearán hablar, a menos que haya una gran necesidad de hacerlo.
Mantengan la boca cerrada; y, cuando la abran, hablen suavemente, con amor y benevolencia.

1 comentario:

  1. tengo problemas de ira me dan ataques de enojo hay veces que ni la mujer que amo los controla nom c que puedo hacer

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