Dos instituciones controlan a día
de hoy la vida de nuestros hijos:
La televisión y la escuela, por
este orden. Ambos reducen el mundo
real de sabiduría, fortaleza,
templanza y justicia hacia
una abstracción sin final y sin
frenos.
Las escuelas están diseñadas para
producir, a través de
la aplicación de fórmulas, seres
humanos estandarizados
cuyo comportamiento pueda ser
predecible y controlado.
Es absurdo y anti-vital moverte
de aula en aula al sonido
de una sirena durante todos los
días de tu infancia natural
en una institución que no te
permite ninguna privacidad y
que incluso te la quita en el
santuario de tu propia
casa pidiéndote que hagas tus
“deberes”.
Necesitamos volver a pensar en
las premisas fundamentales
de la escolarización y decidir
qué es lo que queremos
que los niños aprendan y por qué.
Tenemos que devolver a los niños
tiempo libre desde ya mismo
porque esa es la clave para el
auto-aprendizaje,
y debemos re-introducirles en el
mundo real tan rápido
como sea posible para que el
tiempo libre pueda
ser gastado en algo más que
abstracciones.
John Taylor Gatto
Demoledor, realista y a la vez esperanzador discurso del veterano profesor estadounidense John Taylor Gatto (1935) pronunciado el 30 de enero de 1990 cuando recibió el galardón de Maestro del Año de Nueva York que le fue otorgado durante tres años consecutivos.
El portal Alta Educación nos envía este texto a El Lector Alternativo Opina para que la sociedad en general, y sobre todo los padres, reflexionen sobre lo que quieren que sus hijos aprendan en la Vida y cómo lo hagan.
John Taylor Gatto es autor de varios libros como “A different kind of teacher“, “Weapons of mass instruction”, “Dumbing us Down”, “The Exhausted School” y “Underground History of American Education” y de un famoso artículo publicado en el Wall Street Journal (“I quit, I think“), y también es un gran defensor del homeschooling.
Su crítica se centra en el modelo educativo estadounidense pero es fácilmente extrapolable a todos los países porque él profundiza en las causas del fracaso de la educación llegando al tipo de SISTEMA en que vivimos, y éste es mundial.
El mérito de John Taylor Gatto es que él es un experto y denuncia los errores DESDE DENTRO.Este artículo no es la típica guerra padres-profesores “pasándose la pelota” de quién es más culpable de la actual situación, sino que es un docente quien, con rigor y crudeza, expone los problemas y las soluciones para que las autoridades educativas y las familias las lleven a cabo.
El autor defiende la educación con más libertad, la búsqueda de la individualidad, el auto-aprendizaje, más tiempo personal, tener desafíos, trabajo comunitario ayudando a otras personas e implicación de los padres como fórmula para cambiar el colegio y el mundo.
Y coincide plenamente con otros expertos en pedagogía alternativa como Christopher Clouder,Francisco Tonucci y Toshiro Kanamori.
Estas son las palabras de un profesor de los que verdaderamente quieren que sus alumnos sean personas libres y felices por encima de muchas otras consideraciones:
Acepto este premio
en nombre de todos los buenos profesores que he conocido a lo largo de los años
y que han luchado para hacer de sus relaciones con los niños algo digno, hombres y mujeres que nunca están conformes, siempre cuestionando, siempre esforzándose
por definir y redefinir lo que la palabra “educación” debería significar.
Un Profesor del Año
no es el mejor profesor, éstos suelen pasar demasiado desapercibidos para ser
fácilmente descubiertos, pero es un modelo, símbolo de esas gentes anónimas que utilizan sus vidas gratamente al
servicio de los niños. Este es su premio tanto como mío.
Vivimos en una época de profunda crisis escolar. Nuestros niños se
clasifican a la cola de las diecinueve naciones más industrializadas en
lectura, escritura y aritmética. Muy a la cola.
La economía mundial narcótica está
basada sobre nuestro propio consumo de las mercancías, de forma que
si no compramos tantos sueños de humo el negocio colapsaría – y las escuelas son un importante centro de compra -.
Nuestra tasa de
suicidios de adolescentes es la mayor del mundo y los que se suicidan son niños
ricos en su mayor parte, no los pobres. En Manhattan el cincuenta por ciento de
los nuevos matrimonios duran menos de cinco años. Algo debe ir mal con seguridad.
La crisis de nuestra escuela es un reflejo de una crisis social más
amplia. Parece que hemos perdido nuestra identidad.
Niños y ancianos
son encerrados y aislados de fuera de lo que sucede en el mundo hasta un grado
sin precedentes – nadie habla con ellos ya – y sin niños y ancianos mezclándose
en la vida diaria una comunidad no tiene futuro ni pasado, solo un presente
continuo.
De hecho, el nombre
“comunidad” apenas se aplica ya a la forma en que interactuamos con los demás.
Vivimos en redes, no en comunidades, y todos los que conozco están solos
por eso. En cierto modo la escuela es responsable privilegiado de esta tragedia
tal y como lo es también en la creciente brecha entre clases sociales.
Utilizar las
escuelas como un mecanismo de selección no hace sino crear un sistema de
castas, lleno por abajo de intocables que vagan por los trenes del metro
pidiendo y durmiendo en las calles.
He observado un
fenómeno fascinante en mis veinticinco años de ejercicio de la profesión:
que las escuelas y la escolarización son
crecientemente irrelevantes para las grandes empresas del planeta. Nadie cree ya que
los científicos son enseñados en clases de ciencias o que los políticos en
clases de civismo o que los poetas lo son en clases de inglés.
La verdad es que las escuelas no enseñan nada salvo como obedecer
órdenes. Esto es un gran misterio para mi porque miles de personas, gentes
responsables trabajan en las escuelas como profesores, cuidadores y gestores
pero la lógica abstracta de la institución sobrepasa sus contribuciones
individuales.
Aunque los
profesores se preocupan y trabajan duro, la institución es psicopática – no tiene conciencia -. Suena la
sirena y el joven que se encontraba escribiendo un poema debe cerrar sus
cuaderno y moverse a otra aula donde deberá memorizar que el hombre y el mono
derivan de un ancestro común.
Nuestro sistema de
enseñanza obligatoria es un invento del Estado de Massachussets hacia 1850. Fue
resistido – a veces hasta con las armas por un considerable 80% de la población
de Massachussets- con un último reducto en Barnstable On Cape Cod que no
entregaron a los niños hasta la década de los 1880 cuando la localidad fue
asediada por el ejército y los niños marcharon a la escuela escoltados.
Aquí tenemos un
curioso dato para meditar. La oficina del Senador Ted Kennedy ha sacado un estudio no hace mucho
indicando que antes de la educación obligatoria la
tasa de alfabetización en el estado era del 98% y que después
jamás volvió a alcanzar el 91%, donde se mantiene en 1991. Espero que les
sirva.
Aquí hay otra
curiosidad sobre la que pensar. El movimiento de
“escuela en casa” ha ido creciendo paulatinamente hasta un
tamaño de un millón y medio de jóvenes que son educados por completo por sus
padres y sus comunidades.
El último mes la
prensa educativa reportó la increíble noticia de que los niños escolarizados en
casa parecen estar entre cinco y diez años por delante de sus compañeros
escolarizados formalmente en su capacidades cognitivas.
No creo que nos
libremos de las escuelas en un futuro cercano, no ciertamente en lo que me
queda de vida, pero si hemos de cambiar lo que se está
convirtiendo en un desastre de ignorancia, hemos de entender que la
institución educativa “escolariza” muy bien, pero no “educa” – algo por completo
inherente al diseño organizacional.
No es la culpa de
los malos profesores o del poco dinero gastado, es que es imposible que la
educación y la escolarización puedan llegar a ser alguna vez la misma cosa.
Las escuelas fueron
diseñadas por Horace Mann y Barnard
Sears Harper de la Universidad de Chicago y por Thorndyke de la Escuela Normal
de Columbia y otros hombres para ser instrumentos de
la dirección científica de las masas. Las escuelas están diseñadas para
producir, a través de la aplicación de fórmulas, seres humanos estandarizados
cuyo comportamiento pueda ser predecible y controlado.
En gran medida, las
escuelas han cumplido su objetivo. Pero nuestra sociedad se está desintegrando,
y en esta sociedad, sólo las personas exitosas son auto-suficientes, seguras en
sí mismas e individualistas – porque la comunidad de vida que protege al
dependiente y al débil está muerta -.
Lo que produce la
escuela es, como dije, irrelevante. Las personas
bien-escolarizadas son irrelevantes.
Pueden vender
películas y hojas de afeitar, recoger papel reciclado o hablar al teléfono en
líneas de teleoperación, o sentarse estúpidamente delante de un terminal de
ordenador pero como seres humanos son inservibles. Completamente inservibles
para los demás y para si mismos.
La miseria diaria a
nuestro alrededor está causada en gran medida por el hecho de que – tal y
como Paul Goodman lo
estableció hace treinta años- forzamos a los
niños a crecer en el absurdo. Cualquier reforma de la
escolaridad tiene que tratar con elementos absurdos en su naturaleza
intrínseca.
Es absurdo y
anti-vital ser parte de un sistema que te
obliga a sentarte en lugares recluidos para gente de la misma edad y clase
social que tú. Ese sistema te aparta radicalmente de la inmensa diversidad de la vida
y de las sinergias de la variedad, de hecho te castra tu propio ser y futuro,
acoplándote a un presente continuo de igual forma a como lo hace la televisión.
Es absurdo y
anti-vital ser parte de un sistema que te
obliga a escuchar a un extraño leyendo poesía cuando lo que realmente quieres
es construir casas, o sentarte a discutir con un extraño sobre la construcción de
casas cuando lo que realmente quieres es leer poesía.
Es absurdo y
anti-vital moverte de aula en aula al sonido de
una sirena durante todos los días de tu infancia natural en una
institución que no te permite ninguna privacidad y que incluso te la quita en
el santuario de tu propia casa pidiéndote que hagas tus “deberes”.
“¿Cómo aprenderán a
leer?” dirán algunos y mi respuesta es “Recuerda la lección de Massachussets” .
Cuando los niños reciben experiencias completas en vez de las graduadas en
aularios, entonces aprenden a leer, a escribir y cálculo con total facilidad si
esas cosas tienen sentido en el ambiente vital que les rodea.
Pero recordad que
en los Estados Unidos casi nadie que lea, escriba o sepa cálculo tiene mucho
respeto. Somos una tierra de charlatanes, pagamos mejor a los charlatanes y les
admiramos, así que nuestros hijos hablan constantemente, siguiendo el modelo de
la televisión y de sus profesores.
Es muy difícil
enseñar incluso lo más “básico” porque ya no son “básicos” en la sociedad que
hemos creado.
Dos instituciones controlan a día de hoy la vida de nuestros hijos: la
televisión y la escuela, por este orden. Ambos reducen el mundo real de
sabiduría, fortaleza, templanza y justicia hacia una abstracción sin final y
sin frenos.
En los siglos
pasados los niños y adolescentes estaban ocupados en trabajo real, caridad
real, aventuras reales, y en la búsqueda real de maestros que pudieran
enseñarnos lo que realmente queríamos aprender.
Mucho tiempo se
pasaba en desempeños comunitarios, practicando el
afecto mutuo, el entendimiento y estudiando cada nivel de la comunidad,
aprendiendo cómo hacer una casa, y docenas de otras tareas necesarias para
convertirse en un hombre o mujer íntegro.
Pero aquí está el
cálculo del horario que dispone cualquier niño de
los que enseño:
·
De las 168 horas que tiene la semana, tienen que dormir 56
·
Lo que les deja 112 hora a la semana en las que formarse
·
Ven unas 55 horas de televisión a la semana
de acuerdo a informes recientes
·
Lo que les deja 57 horas a la semana en las que crecerse
·
Tiene que ir a la escuela unas 30 horas a la semana, usando unas 6 horas
en prepararse, ir y volver a casa, y gastan una media de 7 horas a la semana en
deberes- en total hacen 45 horas
·
Durante este tiempo, están en constante vigilancia, no tienen tiempo ni espacio privado, y son reñidos si tratan de
acoplarse individualmente al uso de espacio y tiempo
·
Eso deja 12 horas a la semana para crearse una conciencia de si
individualizada
·
Por supuesto que mis alumnos comen también, y eso añade algo de tiempo –
no mucho, porque hemos perdido la tradición de la comida familiar, por lo que
si quitamos 3 horas a la semana para cenas
·
llegamos a la cantidad neta de tiempo
privado para cada niño de 9 horas a la semana
No es suficiente,
¿verdad?. Cuanto más rica es la familia del niño, menos televisión que ve pero
más tiempo que tiene dirigido por una oferta más amplia de entretenimientos
comerciales y su inevitable inclusión en una serie de áreas de formación
complementaria raramente a su libre elección.
Y todas estas cosas
son curiosamente una forma más solapada de crear seres
humanos dependientes, incapaces de llenar su tiempo libre,incapaces de iniciar senderos que
le den un significado sustancioso y feliz a su existencia.
Es una enfermedad
nacional, esta dependencia y falta de objetivo, y creo que la escolarización,
la televisión y las lecciones – toda la idea Chautauqua- tiene
mucho que ver con ello.
Pensa en lo que
nos está matando como nación
·
drogas narcotizantes
·
competición desenfrenada
·
sexo recreacional
·
la pornografía de la violencia
·
juego, alcohol
·
y la peor pornografía de todas – vidas dedicadas a comprar cosas, la
acumulación como filosofía -
todas ellas
son adicciones de personalidades
dependientes, y eso es la marca que deja inevitablemente la escolarización.
Quiero contaros el
efecto que produce en los chicos el quitarles todo su tiempo –tiempo que necesitan para
desarrollarse – y forzándoles a gastarlo en abstracciones.
Tenéis que escuchar esto, porque ninguna reforma que no ataque estas patologías
específicas no serán más que un mero lavado de cara.
1. Los niños a los
que enseño son indiferentes al mundo adulto. Esto desafía la
experiencia de miles de años. Un observación intensiva de lo que “los mayores”
hacían siempre fue una de las más excitantes ocupaciones de los jóvenes,
pero nadie quiere crecer ahora,
¿y quien les puede culpar de ello? Nosotros somos los juguetes.
2. Los niños a los
que enseño ya apenas sienten curiosidad y la poca
que muestran es transitoria, no pueden concentrarse durante mucho tiempo,
incluso en lo que quieren hacer. ¿Podéis ver la conexión entre las sirenas
sonando una y otra vez para cambiar de clase y este fenómeno de atención
evanescente?
3. Los niños a los
que enseño tienen un pobre sentido del futuro, de como el mañana
está indefectiblemente unido al presente. Como dije antes, viven en un presente
continuo, el preciso momento en el que se encuentran es el límite de su
conciencia.
4. Los niños a los
que enseño son ahistóricos, no tienen
conciencia de cómo el pasado ha dado forma a su propio presente, limitando sus
elecciones, moldeando sus valores y sus vidas.
5. Los niños a los
que enseño son crueles entre si, muestran falta de
compasión ante los infortunios, ríen las debilidades, y muestran
desprecio por aquellos que muestran necesidad de ayuda demasiado abiértamente.
6. Los niños a los
que enseño se encuentran intranquilos ante
la intimidad y la franqueza. No soportan una verdadera intimidad debido a una
costumbre de por vida de guardar los secretos dentro de si mismos por lo que
van formando su personalidad a base de trozos y partes de comportamiento
prestados de la televisión o adquiridos para manipular a sus profesores. Puesto
que no son ellos quienes dicen ser, el disfraz se les cae en la intimidad por
lo que las relaciones íntimas deben ser evitadas.
7. Los niños a los
que enseño son materialistas, siguiendo la
estela de sus maestros que materialistamente “gradúan” todo -y sus tutores televisivos
que ofrecen todo lo imaginable “gratis”.
8. Los niños a los
que enseño son dependientes, pasivos, y tímidos ante
la presencia de nuevos desafíos. Esto es a menudo ocultado mediante
actos de bravuconería, mediante enfados y agresividades que en el fondo solo
expresan un vacío sin fortaleza interior.
Podría hablar de
otras cuantas condiciones que una reforma de la escolarización tendría que
afrontar si nuestro declive nacional pretendiera detenerse, pero por el momento
ya habéis comprendido mi postura, tanto si estáis de acuerdo con ella como si
no.
Puede que sean las
escuelas las que causen estas patologías, o la televisión, o ambas. Es una
simple cuestión de aritmética, entre escuela y televisión todo el tiempo que
los chicos tienen libre es absorbido por ambas. Eso es lo que destruyó la familia
americana, que ya no es más un factor en la educación de sus propios hijos.
Televisión y escuela, ahí debe buscarse a los responsables.
¿Qué hacer?
Necesitamos un feroz debate nacional que no decaiga, día tras día, año tras
año. Necesitamos gritar y discutir sobre este modelo de escuela hasta que se
arregle o se retire de la circulación para su reparación, una cosa u otra.
Si podemos
arreglarlo, de acuerdo; si no podemos, entonces el éxito delmovimiento de “escuela en casa” muestra una vía alternativa con futuro
prometedor. Poner el dinero que ahora gastamos en escolarización, hacia la
educación en la familia podría matar dos pájaros de un tiro, reparar las
familias al tiempo que reparamos a los hijos.
Una reforma genuina
es posible pero no debería costarnos nada. Necesitamos volver a pensar en las
premisas fundamentales de la escolarización y decidir qué es lo que queremos que los niños aprendan y por qué.
Durante 140 años
esta nación ha tratado de imponer objetivos de arriba a abajo desde los altivos
puestos de mando centrales conformados por “expertos”, una élite central de ingenieros sociales. No ha funcionado.
No va a funcionar.
Y es una gran
traición a la promesa democrática que hizo en su dia de esta nación un noble
experimento.
El intento
soviético de crear una república platónica en el Este de Europa ha sucumbido
ante nuestra vista, nuestro propio intento de imponer el mismo tipo de
ortodoxia centralizada utilizando las escuelas como un instrumento también se
está resquebrajando, solo que mas lenta y dolorosamente.
No funciona
porque sus premisas fundamentales son mecanicistas,
anti-humanas, y hostiles a la vida familiar. Las vidas pueden ser
controladas por la maquinaria educativa pero siempre se revolverán con las
armas de la patología social: drogas, violencia, auto-destrucción, indiferencia
y todos los síntomas que veo en los niños que educo.
Ya es hora de que
miremos hacia atrás para recobrar una filosofía educacional que funcione. Una
que me gusta especialmente fue la favorita de las clases dirigentes europeas
durante miles de años.
Utilizo tanto de
ella como me lo permite mi condición de profesor, es decir, tanto como puedo
dentro de la institución de la escolarización obligatoria. Creo que funciona
tanto para los niños pobres como para los ricos.
En el núcleo de
este sistema de educación para las élites está la creencia de queel auto-aprendizaje es la única base del verdadero aprendizaje. En cualquier
sitio en este sistema, a cualquier edad, encontrarás acuerdos para colocar al
niño solo en un punto no definido y con un problema que resolver.
Algunas veces el
problema lleva implícito grandes riesgos, como el problema de cabalgar un
caballo o hacerlo saltar, pero eso, claro, es un problema satisfactoriamente
resuelto por miles de niños de la élite antes de cumplir diez años.
¿Podemos imaginar a
alguien que haya superado tal desafío que alguna vez le faltara confianza en su
habilidad para hacer algo?. A veces el problema es un problema de superar la
soledad, como hizo Thoreau en Wald en Pond o Einstein en Suiza.
Uno de mis antiguos
alumnos, Roland Legiardi-Lura, aunque huérfano de sus dos padres y sin
herencia, cogió una bicicleta y atravesó solo
los Estados Unidos cuando apenas había superado la niñez.
No nos puede
extrañar entonces que ya siendo un adulto, decidiera hacer una película sobre
Nicaragua, aunque no tuviera dinero ni experiencia previa en la realización de
películas, y que ganara un premio internacional, aunque su trabajo regular
fuera el de carpintero.
Ahora estamos
hablando todo el rato de que nuestros jóvenes necesitan desarrollar
auto-conocimiento. Ya basta de tanta charlatanería.
Tenemos que crear
experiencias escolares que devuelvan a los niños su tiempo, necesitamos
confiarles desde una edad temprana con independencia de estudios, quizás
programado desde el colegio pero que tenga lugar fuera de la institución
educativa.
Necesitamos crear
un curriculum donde cada niño tenga la oportunidad de
desarrollar su individualidad y su auto-confianza.
Hace poco cogi
setenta dólares y envié a una niña de doce años de mi clase con su madre – que
no hablaba inglés – en un autobús hacia la costa de New Jersey para
encontrarnos con el jefe de policía del distrito de Sea Bright para comer y
disculparnos por contaminar la playa con un casco de Gatorade.
A cambio de esta
disculpa pública habíamos quedado en que el jefe de policía le enseñaría el
trabajo de un policía de barrio durante un dia cualquiera.
Unos días después,
dos más de mis alumnos de doce años viajaron solos a la Calle West First desde
Harlem donde empezaron el aprendizaje con un editor de periódicos, la siguiente
semana tres de mis alumnos se encontraban en mitad de los muelles decarga de
Jersey a las seis de la mañana, estudiando la mente del presidente de una
compañía de transporte por carretera que despachaba trailers hacia Dallas,
Chicago y Los Ángeles.
¿Pertenecen estos
chicos “especiales” a algún programa” especial”?. Bueno, en cierto modo si,
pero nadie sabe sobre este programa salvo los chicos y yo.
Solo son buenos
chavales de Harlem, brillantes y alertas, pero tan mal escolarizados cuando me
los encontré que la mayoría de ellos no sabían sumar o restar cantidades. Ni
uno de ellos sabía la población de Nueva York o cuan lejos está Nueva York de
California.
¿Eso me preocupaba?
Por supuesto, pero tenía confianza en que según iban ganando confianza en si mismos también se convertirían en sus
propios maestros, y solo la auto-enseñanza tiene un valor a largo plazo.
Tenemos que devolver a los niños tiempo libre desde ya mismo porque esa
es la clave para el auto-aprendizaje, y debemos re-introducirles en el
mundo real tan rápido como sea posible para que el tiempo libre pueda ser
gastado en algo más que abstracciones.
Es una emergencia,
requiere una drástica acción de corrección -nuestros niños están cayendo como
moscas dentro de la institución escolar, ya sea buena o mala, no importa. Es
irrelevante.
¿Qué más necesita
un sistema escolar re-estructurado?
Necesita que deje de ser un parásito del trabajo de la comunidad en la que se
inserta. De todas las páginas escritas en la contabilidad de la historia, solo
existe una entrada donde se recluya a nuestros jóvenes y no les pidamos nada de
ellos al servicio del bien común.
Llego incluso a
creer que necesitamos hacer de los servicios a la
comunidad una parte importante de la enseñanza escolar.
Además de la
experiencia enriquecedora que supone trabajar de forma no egoísta, es la forma
más rápida de dotar a los jóvenes de responsabilidades reales en la vida
corriente.
Durante cinco años
manejé un programa escolar “autónomo” donde cada niño, pobre y rico, listo y no
tan listo, tenía que dar 320 horas de trabajos o servicios a la comunidad.
Decenas de estos
niños volvieron años después, ya crecidos, y me contaron quela experiencia de ayudar a alguien les había cambiado sus vidas.
Les había enseñado
a ver desde otra perspectiva, a repensar metas y valores. Ocurrió cuando tenían
trece años, durante el programa de practicas de Laboratorio, y solo fue posible
porque el distrito escolar rico de al lado estaba en reestructuración.
Cuando volvió la
“estabilidad” , el laboratorio común cerró. Fue una experiencia muy
satisfactoria con un grupo de jóvenes bastante heterogéneos, a un coste
demasiado bajo, como para permitir que continuara.. .
Estudio
independiente, servicios a la comunidad, aventuras y experiencia, largos
periodos de privacidad y soledad, un millar de diferentes formas de
aprendizaje, una por día o más tiempo – estas son medidas potentes, baratas, y efectivasde empezar una reforma real de la
escolarización.
Pero ninguna
reforma a gran escala va a funcionar de forma que permita recuperar a nuestros
jóvenes ya dañados ni a nuestra sociedad enferma hasta que impongamos
abiertamente la idea de que la escuela debe
incluir a la familia como motor principal de la educación.
Si utilizamos la escolarización
para separar a los hijos de los padres – y no nos engañemos, esa fue la
principal función de las escuelas desde que John Cotton lo anunciará como el
propósito de las escuelas de Bay Colony en 1650 y Horace Mann lo enunciara como
el propósito de las escuelas de Massachussets en 1850 – vamos a continuar con
el espectáculo de horror que tenemos ahora.
El “Curriculum de
la Familia ” está en el corazón de cualquier buena vida. Nos hemos alejado de
ese curriculum; es hora de volver a ello.
La forma de
devolver la salud a la educación es que nuestras escuelas se liberen del dominio absoluto de las instituciones
sobre la vida familiar, es promocionar durante el tiempo de
escolarización confluencias de padres e hijos que fortalezcan los lazos
familiares. Ese fue mi fin último cuando envié a la chica y su madre al
distrito de la costa de Jersey para encontrarse con el jefe de policía.
Tengo muchas ideas
para formular un curriculum familiar y estoy seguro que muchos de ustedes
también las tienen.
Nuestro mayor
problema en conseguir que una vez popularizada esta forma de pensar pueda el
sistema educativo ser reformado ya que tenemos unos intereses creados que se
apropian de antemano de estas ideas para continuar con la escuela como está, a
pesar de la utilización de una retórica aparentemente contraria.
Tenemos que exigir
que nuevas voces y nuevas ideas sean escuchadas, mis ideas y las vuestras. Ya
hemos tenido un amplio repertorio de voces muy autorizadas y con eco en medios
escritos y televisión; una década de debate para todos es lo que se necesita
ahora, no más opiniones de “expertos”.
Los expertos en educación nunca han tenido razón, sus “soluciones”
son costosas, auto-complacientes, y siempre requieren mayor centralización. Ya
hemos visto los resultados.
Es hora de volver a la democracia, al individualismo a
la individualidad y a la familia.
Ya dije lo que
quería decir. Gracias.
¡Cómo han cambiado las cosas!
Se ha pasado de una situación en que se respetaba la figura del profesorado a otra en la quehasta los padres cuestionan su autoridad y sus criterios.
Y en medio de esa confrontación, continua y aumenta el fracaso escolar, lo que evidencia que algo falla en el Sistema a muchos niveles. Es un tema largo sobre el que reflexionar pero para empezar, Juan nos habla en el Lector Alternativo Opina del papel de los padres:
¿DE QUIÉN ES LA CULPA?
¿Qué falta en la ecuación?
Se nos ha olvidado lo más
importante en el camino:
la educación es básicamente responsabilidad de los padres.
Cuando observamos el nivel tan
elevado de fracaso escolar, los cambios frecuentes en los planes de estudio, la
falta de actitud de los alumnos… no intentamos hacer ni la más mínima
autocrítica. Siempre es culpa de alguien que no
somos nosotros: los políticos, los profesores, las
amistades de nuestros hijos…
La mejor educación es UN
BUEN EJEMPLO. Casi siempre tendemos a repetir lo que
observamos en casa. El diálogo, el cariño y la comprensión desde el hogar son
las mejores herramientas para poner los mimbres de la felicidad de cualquier niño.
Otro tema es lo que se les
intenta inculcar desde la escuela: un sistema competitivo que nos empuja a ser
perfectos consumidores sin rechistar. Pero tenemos la respuesta ante ello: de
nuevo, el ser PADRES Y MADRES CONSCIENTES.
¿Lo intentamos, o seguimos
echando las culpas a los demás?
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